Me imagino que nuestro pensamiento tiene vericuetos que no podemos alcanzar hasta que nos sorprenden. En la entrada anterior nombré a María Lejárraga y hablé de las mujeres que vuelan. Rafa en su comentario prende la chispa...claro!!! María Lejárraga fue una mujer que supo volar. A pesar de todo y de todos. Autora -sólo muy tardíamente reconocida- de todas las obras firmadas por su marido, el prestigioso dramaturgo Gregorio Martínez Sierra, fue una mujer valiente que protagonizó con otras muchas "mujeres en la penumbra" una de las épocas más brillantes e interesantes de nuestra historia reciente, el primer tercio del siglo XX. Podría contar miles de cosas de un periodo apasionante, pero me conformo con decir que María Lejárraga fue la mentora de Elena Fortún, quien le animó a escribir esas historias tan divertidas que se le ocurrían y quien la presentó en la redacción de ABC para que empezara a publicar en el suplemento infantil Gente menuda. La autora de Celia fue otra mujer que alzó el vuelo para mostrarnos una realidad llena de poesía, humor y fantasía.
Justo el otro día, en la terraza de bodegas Almau, hablábamos con Jose de las mujeres que viven a la sombra de un artista y se convierten en el faro imprescindible, para manejarse en la vida cotidiana, de estos "genios". Hombres de todas clases: generosos y egoístas, bondadosos y mezquinos, austeros y despilfarradores, cuerdos y locos, pero que tuvieron unas manos, una voz, un ángel que veló por ellos. Comenzamos por Tess, la mujer de R. Carver, y fueron saliendo Zenobia, Pili Belzunce, María Lejárraga... Como homenaje a estas mujeres, ahí va una foto de Jose, él la titula "reír, reír, reír", yo veo mujeres a punto de echar a volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario