LLevo varios días en Benás, pero al principio fue algo descorazonador: cuando yo esperaba encontrar a mi San Marcial de siempre en medio de la plaza, lo que vi fue una macrocarpa tapando todo lo tapable; las maderas del suelo que dejé a punto de ser colocadas, seguían igual y, por supuesto, ni rastro de electricista que valga.
Como soy de los que veo la botella medio llena casi siempre, me resistía a contar todo negativo aquí. Ahora todo se ha vuelto a poner en marcha, ahora sí que están poniendo el suelo y pronto llegará el herrero Casamián con la puerta exterior y también la luz, el teléfono...
Como tengo alma de bolero me acordé de la sentenciosa frase de Mariano Anglada cada vez que nos pasaba algo en Benasque sin estar: "Hay que pagar el precio de la ausencia"
miércoles, 2 de julio de 2008
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