Cuando se emprende una larga travesía, como esta, siempre surgen miedos en el camino. Cada uno tenemos los nuestros: a no llegar, a pasarnos, a estar solos, a arriesgar demasiado. Cuando decidimos dar forma a algo tan largamente soñado, nos propusimos disfrutarlo, con sus momentos luminosos y con los tramos andados a trompicones. Disfrutar supone tener confianza...y eso te lo tienes que currar.
Pichuana ya casi ha acabado, falta el exterior; Carlos, el electricista, está en ello y ahora le toca a Jose Mª, nuestro carpintero de cabecera. Esta semana encargamos el acero corten y yo ya estoy deseando que pongan ventanas y puertas para poder empezar a traer libros. Todo va tomando forma, aunque a veces se haga largo.
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